En enero de 1975, arqueólogos descubrieron importantes frescos en Cacaxtla, Tlaxcala, que revelaron aspectos únicos de la cultura tlaxcalteca prehispánica. Este hallazgo ha sido fundamental para entender mejor la historia y las tradiciones de esta región.
Cacaxtla, conocida como la "joya de la arqueología en Tlaxcala", es un sitio arqueológico que ha proporcionado valiosos conocimientos sobre la civilización prehispánica. Los frescos encontrados en 1975, como el mural "La Batalla", han sido clave para estudiar la vida y las creencias de los antiguos tlaxcaltecas.
Los frescos de Cacaxtla, creados entre los años 800 y 1000 d.C., muestran personajes como el "Hombre ave" y el "Jaguar", representaciones que destacan la riqueza cultural y simbólica de la región. Estos hallazgos han permitido a los arqueólogos replantear la historia de los tlaxcaltecas y su papel en las epopeyas de guerra de la época. Según el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), estos murales son únicos en su clase y han generado expectación nacional e internacional.
Desde su descubrimiento, Cacaxtla ha sido objeto de numerosas investigaciones y conservaciones. El microclima y la calidad del suelo han sido fundamentales para la preservación de los murales. En comparación con otros sitios arqueológicos, Cacaxtla destaca por su complejo arquitectónico y la majestuosidad de sus edificaciones.
El descubrimiento de los vestigios prehispánicos en Cacaxtla ha sido un hito en la arqueología mexicana, proporcionando una visión más profunda de la cultura tlaxcalteca y su legado histórico. Este hallazgo continúa siendo una fuente de estudio y admiración para arqueólogos y entusiastas de la historia.
Además de los murales, Cacaxtla cuenta con el Gran Basamento, un complejo arquitectónico que resguarda las pinturas y ofrece una visión completa de la vida en la antigua ciudad. El INAH sigue trabajando en la conservación y estudio de estos vestigios, asegurando que su legado perdure para futuras generaciones.