Elizabeth Francis, conocida cariñosamente como la “Reina Isabel de Houston”, falleció esta semana a los 115 años, convirtiéndose en la persona de mayor edad de Estados Unidos y la tercera más longeva del mundo. Francis, quien vivió la mayor parte de su vida en Houston, fue una de las pocas personas clasificadas como supercentenario, es decir, alguien que vive más de 110 años. Su longevidad fue motivo de celebración para sus seres queridos y la comunidad que la rodeaba.
Elizabeth Francis nació en 1909, y a lo largo de sus 115 años de vida, fue testigo de cambios históricos significativos, desde el auge de la era industrial hasta la era digital. Las paredes de su habitación estaban cubiertas con placas conmemorativas, proclamas y tarjetas de cumpleaños enmarcadas de personalidades como el expresidente Barack Obama y la familia Clinton, quienes celebraban su cumpleaños año tras año. Su longevidad atrajo la atención de políticos y figuras públicas, quienes la visitaban con frecuencia en su hogar en Houston, compartiendo con ella sus anécdotas y homenajeando su resiliencia y espíritu positivo.
Según su nieta y cuidadora principal, Ethel Harrison, Francis era una mujer de gran fortaleza y alegría. Su hogar se convirtió en un punto de encuentro para miembros de la comunidad, amigos y familiares que buscaban inspirarse en la historia de una mujer que atravesó más de un siglo de cambios sociales y tecnológicos.
Elizabeth Francis fue parte de un grupo muy reducido de personas que han logrado vivir más de 110 años, conocido como supercentenarios. Según el Gerontology Research Group, en todo el mundo, solo unas 100 a 200 personas alcanzan este hito. La longevidad de Francis no solo era un símbolo de buena salud, sino también de la importancia del apoyo comunitario y familiar para el bienestar durante la vejez. Su nieta señaló que uno de los secretos de su longevidad era “el amor y el cuidado constante que recibió a lo largo de los años”.
La comunidad de Houston se unió en numerosas ocasiones para celebrar los cumpleaños de Elizabeth, eventos que se convirtieron en celebraciones comunitarias. Este tipo de longevidad también pone de relieve las condiciones sociales y médicas necesarias para alcanzar una vida tan larga. Los expertos señalan que la genética juega un papel crucial, pero el ambiente, el acceso a atención médica y un círculo de apoyo positivo también son factores determinantes.
Elizabeth Francis se convirtió en la tercera persona más longeva del mundo al momento de su fallecimiento, después de una mujer francesa de 118 años y una japonesa de 116 años. A pesar de las diferencias culturales y geográficas, estos casos comparten algunos factores comunes, como un fuerte apoyo familiar y comunidades cercanas. Además, los expertos en gerontología han observado que las personas longevas tienden a tener dietas balanceadas, mantenerse activas físicamente y evitar el estrés crónico.
Según un estudio de la Universidad de Harvard, la longevidad extrema está estrechamente relacionada con la genética y ciertos estilos de vida que promueven la salud física y mental. En el caso de Francis, la combinación de buenos genes, un entorno de apoyo y una actitud positiva hacia la vida contribuyeron a su impresionante edad. Aunque la longevidad como la de Elizabeth sigue siendo inusual, ofrece lecciones valiosas sobre el envejecimiento saludable y el papel crucial de la comunidad en la calidad de vida.
Elizabeth Francis no solo vivió más de un siglo, sino que dejó un legado de inspiración para su familia, amigos y la comunidad de Houston. Su longevidad fue celebrada no solo por su edad, sino por el impacto positivo que tuvo en quienes la rodeaban. En un mundo donde la esperanza de vida promedio ronda los 76 años, alcanzar los 115 años es un testimonio del poder de la resiliencia, el amor y el cuidado. La “Reina Isabel de Houston” será recordada como un ejemplo de fortaleza, alegría y la importancia de una vida rodeada de cariño y comunidad.